Obesidad y enfermedades cardiovasculares

Existe un enlace entre la obesidad y enfermedades cardiovasculares. El exceso de grasa desencadena cambios en las células del tejido adiposo, las cuales tienen la función no sólo de almacenar energía; sino también de secretar ciertas sustancias que intervienen en el balance de energía (homeostasis).

Los pacientes con obesidad tienen un riesgo cardiovascular más alto. Esto significa que tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular como hipertensión arterial, enfermedad coronaria, entre otras.

Es por esto que el tratamiento de la obesidad es primordial, ya que las enfermedades cardiovasculares y sus complicaciones, como el infarto agudo de miocardio y los accidentes cerebrovasculares son una de las principales causas de muerte en los países desarrollados.

Aquí te explicamos la obesidad y enfermedades cardiovasculares:

Factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares

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Existen ciertos factores de riesgo cardiovascular que generalmente se encuentran presentes en pacientes con sobrepeso u obesidad:

  • Obesidad:

El exceso de peso es uno de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. La obesidad puede definirse como un exceso de grasa que se acompaña de aumento de peso y mayor riesgo para la salud. Según la OMS, la obesidad corresponde a tener un índice de masa corporal igual o mayor a 30.  Cuando existe obesidad, el tejido adiposo sufre alteraciones a nivel celular y comienza a segregar sustancias inflamatorias que pueden favorecer la ocurrencia de un evento cardiovascular.

  • Tabaquismo:

El tabaquismo también promueve cambios en las paredes internas de las arterias favoreciendo que éstas se dañen y se formen placas de ateroma que son luego las causantes de los bloqueos al paso del flujo sanguíneo.

  • Dislipidemias:

La dislipidemia es otro factor de riesgo cardiovascular. Esta alteración en los lípidos plasmáticos se caracteriza por un aumento de colesterol total a expensas de la fracción LDL (colesterol malo). Las partículas de LDL suelen ser de baja densidad y pequeñas, lo que favorece el depósito de colesterol en las arterias. A esto se suma una fracción HDL colesterol bueno) disminuida y un aumento de los triglicéridos, que son las grasas en sangre.

  • Hígado graso:

El exceso de ácidos grasos libres en la sangre se deben a una mayor síntesis hepática, generalmente por exceso de azúcares dietarios. Esto genera inflamación y promueve un estrés oxidativo.

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  • Sedentarismo:

En general, una hora de actividad física se asocia con una reducción del riesgo cardiovascular del 8%. Tanto el sedentarismo como la obesidad son factores de riesgo independientes para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como para la muerte. La actividad física mejora la tolerancia y la sensibilidad a la glucosa al

mejorar la captación de glucosa no dependiente de la insulina; mejora la relación                                  

entre el colesterol HDL y el LDL; disminuye los triglicéridos, reduce la coagulación en sangre, mejora la captación de oxígeno en el corazón y en los tejidos periféricos, disminuye la frecuencia cardíaca y reduce la presión arterial. La actividad física también aumenta el suministro de oxígeno al corazón, mejorando su contracción y estabilidad eléctrica.

  • Resistencia a la insulina y diabetes:

La resistencia a la insulina surge como consecuencia de un cambio en las células, las cuales no permiten que el receptor de insulina pueda ejercer su función y permitir el pasaje de la glucosa al interior para ser oxidada. La resistencia a la insulina es otro factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. Junto con la obesidad promueven un estado metabólico llamado síndrome metabólico, caracterizado por alteración en la captación de glucosa con aumento de sus niveles en sangre, aumento de ácidos grasos libres, hipertensión arterial, aumento de triglicéridos y colesterol LDL y exceso de grasa visceral.

La resistencia a la insulina es otra de las enfermedades asociadas a la obesidad y es el primer paso para el desarrollo de diabetes. La diabetes también es considerada una enfermedad de base para el desarrollo de complicaciones cardiovasculares y del sistema nervioso.

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Grasa visceral y ectópica

La grasa visceral es aquella acumulada en capas más profundas que la grasa subcutánea y rodea a las vísceras como páncreas, hígado y corazón. Su exceso es muy riesgoso.

De la misma manera, la grasa ectópica es aquella que se deposita en lugares en los cuales no debería existir, como es el caso del hígado y el músculo. Es una de las consecuencias del sobrepeso. Todo esto favorece la aparición de insulino resistencia.


Adipocinas

Las adipocinas son sustancias que segregan las células del tejido adiposo y que tienen acción parácrina ( a nivel local) y endócrina.

La leptina es una hormona que se encuentra en el tejido adiposo y que controla la ingesta de alimentos y el gasto energético. Tiene propiedades aterogénicas, es decir, favorece el depósito de placas en las arterias. Las personas con obesidad suelen tener niveles elevados de leptina. Esto podría contribuir al desarrollo de eventos cardiovasculares ya que la leptina puede favorecer la coagulación sanguínea y la trombosis arterial.

La adiponectina es otra sustancia secretada por el tejido adiposo que tiene importantes propiedades antiaterogénicas, antidiabéticas y antiinflamatorias,

A diferencia de la mayoría de las demás adipocinas, la adiponectina disminuye en la obesidad, la diabetes y otros estados de resistencia a la insulina.

Por último, visfatina es una adipocina recientemente estudiada que se genera en la grasa visceral y que tiene un potencial de acción similar al de la insulina, favoreciendo el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.


Pro-coagulación e hipofibrinolisis

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La obesidad es una enfermedad crónica de carácter inflamatorio. Las sustancias mencionadas anteriormente generan un estado de inflamación de bajo grado y un estado de pro-coagulación que aumenta el riesgo de trombosis, de aterogénesis (depósito de placas de ateroma en las arterias) y de infartos o accidentes cerebrovasculares.

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Estrés oxidativo

El estrés oxidativo es un estado en el que se favorece la oxidación de sustancias que luego se depositan en las arterias. Para que la placa de ateroma pueda formarse, las partículas de colesterol LDL deben oxidarse. El exceso de ingesta energética hace que la oxidación de los nutrientes (especialmente de glucosa) esté aumentada, lo que llevaría, entre otras razones, al aumento del estrés oxidativo.

De la misma manera, el exceso de ácidos grasos libres que se oxidan en el hígado, también podría promover este mecanismo.

La pérdida de peso luego de la restricción dietaria ha mostrado disminuir el estrés oxidativo.


Disfunción endotelial

La disfunción endotelial es una alteración en el estado de las arterias como consecuencia del aumento de los factores que favorecen la vasoconstricción y la disminución de los factores que favorecen la vasodilatación.

El exceso de grasa visceral y ectópica, la secreción local de adipoquinas pro-inflamatorias y la inflamación de bajo grado podrían explicar el desarrollo de la disfunción endotelial y la enfermedad cardiovascular temprana.


Referencias:

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